Una buena parte de las cosas que adquirimos vienen protegidas por cajas de cartón. Desde los cereales del desayuno hasta las botellas de vino, desde el juego de platos hasta los muebles de Ikea, desde el televisor hasta la nevera. El cartón forma parte de nuestra vida cotidiana. A menudo no le damos la importancia que tiene, pero deberíamos tener en cuenta que sin su presencia todo sería mucho más complicado.
Y es que el cartón protege lo que hay en su interior, lo ordena, y facilita su almacenamiento.
Una vez las cajas de cartón llegan a nuestros hogares y sacamos lo que hay en su interior, el primer pensamiento que nos viene a la cabeza es que debemos deshacernos de él. Y aquí tenemos otra de sus ventajas. Veamos. La caja de cartón, una vez utilizada, puede tener dos destinos.
- El primero es desplegarla para que no ocupe espacio y guardarla “por si acaso” algún día necesitamos una caja de cartón. Una vez plegada se puede colocar en cualquier lugar de la casa (detrás de un armario, debajo de la cama…).
- El segundo es plegarla y bajarla a la calle para introducirla en el contenedor de reciclaje de papel. Es importante dejarla en contenedor azul y no en el gris para su correcto reciclado.
Cualquiera de estas dos posibilidades nos recuerdan que el cartón es un material, no solo muy útil, sino reciclable y por consiguiente sostenible. A diferencia de otros materiales como el plástico, cuyo reciclaje es mucho más complejo y dudoso, todo el cartón permite su reaprovechamiento.